MIGUEL DE GÁRATE (1870 – 1944)
Inmigrante originario de Palencia – España que procedente de Bilbao se radicara primero en Resistencia y hacia 1915 en Quitilipi, instalando en esta y bajo la firma Miguel De Gárate y Cía. la Botica (farmacia) El Globo.
Sus conocimientos en medicina permitieron salvar infinidad de vidas en los primero años de Quitilipi, cuando aún no se habían afincado aquí profesionales de ese rubro, según sus propios dichos, extraídos de una carta de fecha 13/09/1916 enviada a España a su hermano Vidal, observamos: “…. y en un año en que hace que estoy aquí he curado ya a muchos mordidos de víboras; y de otras enfermedades con los medios y remedios que la ciencia aconseja, pues hago de médico y boticario, me dicen “el Doctor Gárate”, por la suerte y bien con que he curado infinidad de enfermos, muchos de ellos graves, de verdad, como entre otros el caso de una mujer que los indios dieron varios hachazos en la cabeza, que todos creían estaba muerta y como Lázaro resucitaba por la fé de Jesús, esta enferma (hachada) resucitó y está bien por la fé del Doctor Gárate ¡He dicho!”.
Como uno de los primeros habitantes de nuestra comunidad realizó una importantísima labor humanitaria y social, prueba de ello encontramos en una fracción de un artículo periodístico escrito el 18/12/1916 para el “Diario de la Marina” de La Habana, Cuba, por el escritor Madrileño José Ortega Munilla, padre del renombrado filósofo y ensayista José Ortega y Gasset, el que bajo el título de “Viaje a las Tierras del Plata” dice lo siguiente:“En la estación de Quitilipi nos hallamos con un español de mérito: el farmacéutico Don Miguel de Gárate. Es un palentino valeroso que ha llevado a aquellas tierras de conquista su ciencia y su amor a la humanidad. Vive en una casucha de tierra y matojos. No gana lo preciso para sostener la familia, de la que forma parte una niña encantadora, de gran talento y de singular amor al estudio. Este benemérito español ejerce en Quitilipi el sacerdocio de la cultura y cura a los enfermos y los atiende y da concejos.
Críase aquí cierta mosca cuyas picaduras producen un grano maléfico, que se denomina “el grano del Chaco”. Gárate sana a los atacados, y es de ver como forman filas a la puerta de la rústica farmacia criollos, españoles e indios que van con las manos y rostros hinchados para que el buen hombre les aplique sus drogas salvadoras.
Con orgullo patriótico he conocido a Gárate. El podría vivir en España, donde su familia ocupa una posición distinguida. Uno de sus hermanos es en Madrid jefe de la Estación del Norte. Pero prefiere el boticario de Quitilipi seguir en el desierto, sembrando el saber, amparando a los ignorantes, abriendo horizontes mentales al salvajismo. Es él de estirpe noble de conquistadores, de los descubridores, de los viejos hispanos que vinieron a estas tierras y las dieron a conocer a los pueblos cultos.
Saludamos con respeto a este español esforzado. Y meditando sobre el heroísmo de que da prueba, esperamos a mañana para seguir el relato de este viaje.”
Participó de la vida comunitaria del pueblo como miembro de distintas organizaciones, entre otras la Comisión Pro Templo Parroquial de Quitilipi, que bregara muchos años por la construcción de nuestra parroquia y por la asistencia de un sacerdote estable en Quitilipi.
Fundó además una familia cuyos descendientes en la actualidad proporcionan importantes profesionales y hombres de bien a la comunidad quitilipense.
Por sus méritos, la sociedad a través de sus representantes instituyó su nombre a una de las calles de la ciudad.
EL OBSERVADOR
Fuente: Archivos propios
